Los atentados de los grupos extremistas hacia los cristianos en Medio Oriente, también afecta a los niños cristianos, quienes a su corta edad se cuestionan por qué personas que ni conocen lastiman a su familia solo por su fe. Sus historias no son fáciles, pero sí admirables.
Hassan tiene cinco años y le gusta jugar. Él oyó que arrojaban piedras a su casa y no tuvo tiempo para cubrirse la cabeza. La piedra no lo golpeó, afortunadamente, pero el golpe más duro fue saber que alguien quería dañarlo.
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Las preguntas empiezan a surgir: “Papi, ¿Por qué la gente nos tira piedras? ¿Por qué la gente no nos quiere? ¿Qué hemos hecho mal?” Su padre sonríe adolorido y le dice: “Hassan, somos diferentes porque seguimos a Jesús. La gente de nuestra ciudad tiene otra religión y no aceptan a los que son diferentes.”
Criar a un niño, es difícil. Pero padres criando niños cristianos en lugares hostiles, es más complicado. Hassan no pudo ocultar su decepción de tener que esconderse. No le gusta que su padre viva en constante tensión. Y, tampoco le gusta no poder salir con sus padres a comer un helado tranquilamente.
Meeral tiene seis años y vive en Pakistán. Su padre es pastor y su familia sabe que su fe los pone en peligro. Por ello, todos los días antes de ir a la escuela, Meeral ora junto a su madre por la protección de su familia.
Pero Meeral no muestra miedo. Ella dice que daría la vida por Jesús si tuviera que hacerlo. La familia de Meeral espera nunca llegue ese momento. Este último semestre escolar, la pequeña Meeral llegó a casa con cortes y un moretón en la pierna que le había dejado un compañero por ser cristiana.
“Tratamos de enseñarles, a pesar de la hostilidad, a orar incluso por aquellos que los lastiman o buscan herirles.”, declara uno de los padres de los niños cristianos. A su corta edad, los niños cristianos en Medio Oriente deben aprender del amor de Jesucristo hacia su prójimo y a ser valientes, muy valientes.
Fuente: OpenDoors