En la mayoría de las veces, las universidades se consideran "cementerios de la fe". Sin embargo, fue en estos recintos que York Moore tuvo su primer encuentro con Dios. Aunque recibió una formación atea en una familia estadounidense, hoy es un evangelista con una gran pasión por las almas perdidas.
Sus padres se sentían orgullosos de ser ateos y tenían incluso un barril para quemar las Biblias y todo material evangelístico que les entregaban. A pesar de que le inculcaron la tradición atea, a los 6 años de edad, Moore tuvo un encuentro sobrenatural con Dios. "Nunca lo olvidaré. Yo estaba sentado en la bañera, con mi patito de goma, cuando de repente, oí la voz de Dios y empecé a hablar con Él”, dijo Moore a Mission Network News.
Sus padres le preguntaron con quién estaba hablando, cuando Moore respondió que con "Dios", ellos le explicaron con desdén que Dios no existía. Moore terminó reclamándole a Dios: “(Mis padres) dijeron que no existes, así que voy a tener que dejar de hablar contigo”. Aquel fue el primer día de los 14 años siguientes que vivió sin Dios.
“Cuando intentamos vivir como si Dios no existiera, nada funciona. No hemos sido creados para vivir sin Dios", destacó. La familia de Moore pasó por muchas dificultades, tuvieron que vivir en edificios abandonados y coches en las calles de Detroit, Estados Unidos, y Moore terminó involucrándose en el alcoholismo desde su adolescencia hasta que fue aprobado en la Universidad de Michigan en 1989.
Tenía una buena vida, formaba parte de una fraternidad, tenía una novia y un buen desempeño en la universidad. "Destaqué en diferentes disciplinas, incluyendo filosofía. Me gané un apodo entre mis compañeros: ‘Satanás’, porque perseguía a los cristianos", recuerda Moore. Aun así, no pudo encontrar su propósito de vida, y pensó en el suicidio.
En la víspera de la Navidad de 1989, aceleró su auto con la intención de matarse y simular un accidente. "Cuando tuve esa sensación de coraje para suicidarme, la presencia y el poder del Espíritu Santo entraron en mi auto", cuenta Moore. Se fue a casa y, a la mañana siguiente, oró desesperadamente a Dios, quería saber si en verdad había sido Él en el auto, porque de no ser así, todavía planeaba matarse.
Entonces, oyó la voz de Dios. Era la misma voz que habló con él cuando tenía seis años. Dios le dijo tres cosas que lo transformaron para siempre: “(1)Yo sí existo. (2) Soy la razón por la cual existes. (3) Fui Yo quien te impidió matarte anoche”. Fue con esta tercera declaración del Salvador que Moore cayó de rodillas llorando.
Aquel día, Moore se entregó a Cristo. Empezó a hablarle de Dios a todos sus compañeros y buscó más conocimiento bíblico. Décadas más tarde, continúa con su primer amor y comparte su fe en universidades. Su misión es clamar por un avivamiento. Como director de la organización InterVarsity Christian Fellowship, para el 2030 pretende llevar el Evangelio a todas las universidades de Estados Unidos.